Alumnos de la Ingeniería en Sistemas Automotrices, del posgrado en Automatización y de Música participan en la investigación
Escuchar música para contrarrestar el estrés mientras se conduce un auto es una práctica común. Para el investigador de la Facultad de Ciencias de la Electrónica, Luis Abraham Sánchez Gaspariano, también es motivo de investigación: a través de mediciones eléctricas de la corteza cerebral determinó que ciertas piezas producen un estado de bienestar y reducen niveles de tensión.
Este proyecto tiene su antecedente en el experimento del neurocientífico cognitivo, Jacob Jolij, de la Universidad de Groningen, en Holanda. Su estudio involucró a 2 mil personas en Reino Unido, a quienes les realizó encuestas para saber qué canciones les gustaban más. Con esta información construyó un modelo polinomial con el que determinó, a partir de un valor numérico, la sensación de bienestar que producían las melodías. Sus resultados arrojaron que “Don’t stop me now”, de Queen, era la canción que más felicidad producía.
Con este modelo, el investigador observó una oportunidad para hacer un experimento cuantitativo, a fin de explicar mediante herramientas matemáticas este fenómeno. Con su equipo de trabajo, el doctor Sánchez Gaspariano propuso también una ecuación mediante aproximaciones polinomiales y con un software obtuvo parámetros de las canciones para detectar los valores que se podían sustituir en el modelo original.
“Primero tomamos los atributos de las canciones que nos daba el software y después diseñamos un experimento en la facultad, principalmente con estudiantes, a quienes les medimos la sensación que les provocaban las melodías de la lista de Jacob Jolij, pero utilizando una diadema de electrodos que detecta señales electroencefalográficas. El software procesó los datos y se obtuvo un valor numérico o porcentaje en diferentes parámetros, como nivel de estrés, relajación o felicidad experimentada, a partir de las señales de la corteza cerebral”.
Los valores del experimento de Jacob Jolij se empataron con los del equipo de la BUAP, para ajustar los parámetros del polinomio, lo que permitió comprobar experimentalmente qué tan asertivo era el modelo propuesto por el neurocientífico. Al respecto, el investigador refirió que, aunque hubo variación en los valores, se registraron coincidencias.
“Las canciones identificadas como las de mayor sensación de bienestar, también las registramos con los niveles de estrés más bajo y con la relajación más alta, entonces sí hay una correlación. Eso fue un ejercicio interesante, porque lo que Jacob Jolij hizo fue un experimento cualitativo, con base en encuestas, pero nosotros lo demostramos cuantitativamente, con base en la medición de señales eléctricas del cerebro”.
Modelo aplicado a un contexto real
Posteriormente, el doctor Sánchez Gaspariano propuso aplicarlo a otros contextos, como el de los conductores del transporte público, del personal de un nosocomio, o bien, para lograr mayores niveles de concentración durante el estudio. De esta forma, el proyecto fue retomado por un estudiante de la Maestría en Automatización, quien ya trabaja en el desarrollo del experimento para el caso vehicular.
El investigador mencionó que uno de los retos radica en la complejidad de la medición experimental, ya que para realizarla se requieren diademas con electrodos, capaces de detectar cualquier ruido o movimiento, incluso un parpadeo, aspectos que se verán reflejados en las mediciones, las cuales tendrán que ser procesadas para obtener datos precisos.
Las diademas utilizadas tienen de uno a cinco electrodos, pero el verdadero desafío está en trabajar con estas diademas y un tipo de hardware que cuente con el procesamiento incluido y elimine el ruido innecesario, lo que permitiría ver en tiempo real el estímulo que produce la música en la conducta de los automovilistas.
“De alguna manera esto se sabe, a muchas personas les gusta escuchar música para relajarse o sentirse bien. La contribución está en que no se había comprobado de forma cuantitativa, así que el proyecto continúa porque puede tener diferentes aplicaciones, incluso en otros escenarios”.
Asimismo, considera explorar con variaciones en la propuesta musical de Jacob Jolij, con música de Joaquín Sabina, José Alfredo Jiménez, Juan Gabriel y otro tipo de géneros populares, como salsa, cumbia, banda y pop, ya que esta experiencia auditiva también se relaciona con la memoria, la emoción y la cultura.
El estudio del neurocientífico determinó que una canción que genere más de 150 pulsaciones por minuto produce una sensación placentera y de felicidad, mientras que el investigador BUAP señaló que sus registros también revelaron que las letras más atrayentes son las que rebelan cierta melancolía, pero tienen ritmo.
“Así también podemos ver qué música es la más efectiva para estudiar o para relajar al personal de salud que enfrenta jornadas estresantes de trabajo. La línea de investigación es prometedora y se puede aplicar en otras situaciones. En realidad, esto ya se sabe, la gente de mercadotecnia utiliza determinadas melodías en los centros comerciales para estimular el consumo. No obstante, estas propuestas se basan en encuestas y no en modelos experimentales”.
Con la apertura este año de la carrera en Ingeniería Biomédica, en CU2, el investigador espera sumar nuevas propuestas de colaboración; así como de otras áreas como salud o música, a fin de conformar un estudio integral.
Los alumnos participantes en este proyecto pertenecen a la carrera de Ingeniería en Sistemas Automotrices, al posgrado de Automatización, así como a la Licenciatura en Música de la Facultad de Artes. Sus contribuciones son tanto a nivel operativo, como teórico.