Implacable por Paty Herrera

“Nosotros, los herederos de una civilización milenaria, exigimos a la Corona Española que pida perdón por los abusos de la Conquista”. Con estas palabras, el expresidente López Obrador desató en 2019 un escándalo diplomático internacional. Su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller, no sólo respaldó esta narrativa, sino que se convirtió en promotora activa de la versión oficialista de la historia, esa que reduce 300 años de virreinato a una sucesión de abusos, saqueos y oscurantismo.

El reciente otorgamiento de la ciudadanía española a Beatriz Gutiérrez Müller es un reflejo de la hipocresía del régimen. La probable exesposa de AMLO, está muy contentita con la nacionalidad del “país machista, opresor y ladrón”, que tanto condenó.

¿Dónde quedó la dignidad nacional que tanto pregonaba? ¿Qué pasó con la herida abierta de la Conquista? Aparentemente, cuando se trata de pasaportes europeos, la historia deja de doler. Es como si Gutiérrez Müller se burlará de los seguidores del mesías tropical, y como buena activista feminista se hizo rica con de los impuestos de su país de origen.

Mientras tanto, miles de mexicanos siguen enfrentando el rechazo de los consulados extranjeros, incluyendo el español, para trámites migratorios, laborales o humanitarios. Pero claro, no todos pueden invocar su “herencia española”. No todos pueden gozar del lujo de satanizar la historia colonial con una mano y extender la otra para recoger un pasaporte europeo.

La cerezota del pastel es la reciente revelación de que Jesús Ernesto, su hijo, estudiará Derecho en la Universidad Complutense de Madrid. ¿No era que las universidades mexicanas eran bastión de excelencia? ¿No era que el clasismo y el aspiracionismo debían erradicarse? Resulta que el discurso de “no ser como los de arriba” se desvanece cuando se abren las puertas de Europa. La Complutense, símbolo de la Real Academia Española. será ahora el nuevo templo de formación del heredero de la autodenominada Cuarta Transformación. Ni la UNAM, ni la UAM, ni ninguna institución pública del país le pareció suficiente a su señora madre.

Queda claro que el nacionalismo de la 4T no es más que una bandera útil, un recurso retórico para polarizar, dividir y manipular. Beatriz Gutiérrez Müller no representa la dignidad histórica de México. Representa el cinismo contemporáneo del poder. Y si la señora fuera un poquito coherente con sus discursos, al menos debió devolver el pasaporte que tanto le avergonzaba… cuando le convenía.

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