Por Norma Tlalolini

Como hombres en ocasiones se lleva una máscara para no mostrar debilidad, ya que se enseñó que un hombre no debe ser débil ni vulnerable, mucho menos mostrar que sufre por algo o alguien, que tiene miedo o simplemente no tiene seguridad en algo.

Esta situación tiene que saberla manejar ante la sociedad, el trabajo, la familia y amigos; no puede permitirse ser vulnerable, sin embargo en un determinado momento esto significa una gran carga que lleva a una presión interior insoportable, buscando mecanismos que le permitan como una válvula de escape sacar esas emociones y sensaciones para no sentirse asfixiado.

Estos mecanismos pueden ser:

Alcohol, drogas, pornografia, apuestas, trabajo excesivo, ejercicio excesivo, adicción a la adrenalina con deportes extremos o situaciones de riesgo, mujeres como trofeo, acaparadores de artículos, adicción a la comida o bebida, etc.

Algunos de estos mecanismos puedes ser una forma de deshinibir sus emociones y sentimientos que por mucho tiempo han sido puestos bajo control, el problema radica que al solo actuar como válvula de presión, no se hace otra cosa que liberar presión, más no generarse un estado de tranquilidad o bienestar a largo plazo, al contrario en mucha ocasiones este tipo de conductas son generadores de otros conflictos.

No es lo mismo poner límites de manera consciente y asertiva, que agredir, insultar o dañar algo o a alguien tratando de salir de una situación ya insostenible.

Aprender a gestionar las emociones es una de los retos masculinos más grandes que pueden tener, ya que la ideología y los prejuicios son muros qué hay que derribar.

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