Implacable por Paty Herrera


En septiembre de 2021 la BUAP hizo historia: por primera vez en casi 450 años de vida institucional, una mujer asumía la rectoría. María Lilia Cedillo Ramírez llegó con el respaldo de la comunidad universitaria y con una hoja de vida impecable en la ciencia y la docencia. Tres años después, la evaluación es clara: su gestión no solo ha estado a la altura, sino que ha superado expectativas.


Cedillo es una rectora distinta. Investigadora con más de 200 publicaciones científicas, especialista en microbiología, y con una trayectoria que la vincula con las aulas y los laboratorios, supo desde el inicio que el reto no era menor: fortalecer a una universidad que ya estaba entre las mejores del país y proyectarla aún más allá.


Los resultados son medibles. Durante su gestión se ha fortalecido la investigación, incrementando apoyos a cuerpos académicos y consolidando la vinculación con empresas e instituciones externas. Pero también se ha cuidado la otra cara de la universidad: los estudiantes.

La administración de Cedillo se ha caracterizado por la atención al bienestar universitario. Programas de salud mental, apoyo alimenticio y becas han sido un alivio real para miles de jóvenes. No se trata de discursos, sino de acciones que han impactado en el día a día de la comunidad.


Otro de sus ejes ha sido la modernización de la infraestructura. Desde laboratorios mejor equipados hasta la ampliación de campus regionales, la BUAP ha demostrado que su calidad no está concentrada en la capital, sino que se expande hacia el interior del estado, llevando educación de excelencia a más rincones de Puebla.


Y hay un tema imposible de pasar por alto: la inclusión y la igualdad de género. Ser la primera mujer en la rectoría no se quedó en un dato anecdótico. Cedillo ha impulsado políticas claras contra la violencia de género, fomentado el respeto y abierto espacios que antes eran limitados para muchas universitarias.
El resultado es que hoy la BUAP no solo se mantiene entre las mejores universidades públicas del país, sino que se percibe como una institución más humana, más cercana y más inclusiva.


Por ello, no sorprende que cada vez se escuche con más fuerza la idea de su continuidad en el cargo. La universidad enfrenta retos enormes: financiamiento, modernización tecnológica, internacionalización. Interrumpir un proyecto que ha dado resultados palpables sería un retroceso.


En una de sus frases más recordadas, Cedillo dijo: “La universidad es de los estudiantes, y mi deber es que ellos tengan las mejores condiciones para cumplir sus sueños”. Esa visión es la que explica por qué su liderazgo no solo ha sido eficaz, sino también entrañable.


Hoy la pregunta no es si Lilia Cedillo debe continuar al frente de la BUAP, sino qué ganaría la universidad si no lo hiciera. Y la respuesta, visto lo que se ha logrado en apenas tres años, parece evidente: la BUAP necesita su reelección.

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