
Implacable por Paty Herrera
Dos horas le tomó a Marco Rubio trasladarse del AIFA a la Ciudad de México, por ahí ya empezaban mal las cosas. A la 4T le falló logística y planeación para evitar ser evidenciada una vez más por su ineptitud, ya que esto pudo ser tomado como una grosería para el secretario de estado, estadounidense.
“La SeñorA PresidentA con A” optó por la pasividad y el silencio placentero, como si preferir mirar hacia otro lado fuera suficiente para proteger la dignidad nacional. Y se rumora que a puerta cerrada se habló sobre la tolerancia a probables aliados del narco como Rocha Moya, Marina del Pilar, Manuel Bartlett, Noroña y Andy López Beltrán. Lo que clasifica a México como un Narco Estado tolerado.
Rubio no es un estadista ingenuo ni un visitante neutral. Sus declaraciones previas contra López Obrador lo retratan como uno de los voceros más duros en Washington cuando se trata de culpar a México por la crisis del fentanilo, la debilidad en el combate al narcotráfico y el flujo migratorio desbordado. Que Sheinbaum haya recibido su visita sin responder con datos claros ni una posición contundente, habla de un gobierno que prefiere evitar la confrontación, aunque sea a costa de la soberanía.
Ya que en ningún momento se tocó el tema de los aranceles que podrían tener un impacto devastador en la economía mexicana, no existe ningún proyecto para ralentizarlos ni cancelarlos, Estados Unidos mantiene una fuerte postura proteccionista y hostil contra México que se supone es su mayor socio comercial.
Al mismo tiempo que Sheinbaum ni siquiera se dignó a emitir una sola palabra en defensa de los migrantes mexicanos que han sufrido detenciones arbitrarias y han sido repatriados en calidad de delincuentes a México, Claudia prefirió evitar el choque, aunque eso signifique aceptar el papel de país sometido.
El gran problema no son las amenazas veladas de Donald Trump, sino la respuesta de Sheinbaum. Una líder con visión de Estado habría exigido respeto, defendido con firmeza los datos reales y marcado límites claros. Pero “La SeñorA PresidentA con A” eligió el silencio y proteger antes que todo, a los corruptos socios de su jefe AMLO. Y cuando un gobierno calla ante los embates externos, lo que realmente comunica es debilidad.