
Implacable por Paty Herrera
Por más que el debate público tienda a la estridencia, el primer año de gobierno de Alejandro Armenta Mier en Puebla permite una evaluación sobria: hubo orden administrativo, prioridades claras y una agenda de resultados que comenzó a rendir frutos. No es un balance triunfalista; es un recuento de avances concretos que, en un contexto nacional complejo, merecen ser reconocidos.
- Gobernabilidad y coordinación institucional Desde el arranque, Armenta apostó por la coordinación con la Federación y los municipios. Lejos de la confrontación estéril, su administración estableció mesas permanentes de trabajo en seguridad, salud y obra pública. Este enfoque redujo fricciones políticas y permitió acelerar decisiones que suelen empantanarse en el primer año de cualquier gobierno.
- Seguridad con enfoque territorial Sin promesas grandilocuentes, el gobierno estatal impulsó una estrategia de seguridad basada en inteligencia, presencia territorial y coordinación con fuerzas federales. El fortalecimiento del C5, la profesionalización policial y los operativos focalizados en corredores de alta incidencia comenzaron a reflejarse en contenciones de delitos de alto impacto y en una mayor capacidad de reacción. No es una solución mágica, pero sí un cambio de método respecto al pasado inmediato.
- Disciplina financiera y austeridad operativa Uno de los aciertos menos vistosos —y por ello más relevantes— fue la disciplina presupuestal. La administración revisó contratos, redujo gasto superfluo y reorientó recursos a programas prioritarios. Esta austeridad operativa no paralizó al gobierno; por el contrario, liberó margen para inversión pública sin comprometer la estabilidad financiera del estado.
- Obra pública con criterio social El primer año dejó claro que la obra pública no sería sinónimo de ocurrencia. Se priorizaron proyectos de impacto regional: mantenimiento y rehabilitación de carreteras secundarias, mejora de infraestructura educativa y acciones de agua potable y saneamiento en zonas históricamente rezagadas. La lógica fue simple: primero lo necesario, después lo vistoso.
- Impulso económico y nearshoring Puebla no podía quedarse fuera de la reconfiguración productiva que vive el país. El gobierno de Armenta fortaleció la promoción económica, facilitó trámites y acompañó inversiones vinculadas al nearshoring, especialmente en sectores automotriz, agroindustrial y logístico. El mensaje fue consistente: certidumbre jurídica, reglas claras y colaboración público-privada.
- Política social con enfoque de proximidad Más allá de los programas federales, el gobierno estatal apostó por una política social de proximidad, con atención directa en comunidades y apoyo a sectores vulnerables. La lógica fue complementar, no duplicar, y asegurar que los apoyos llegaran sin intermediarios ni uso faccioso.
- Estilo de gobierno y narrativa pública Armenta Mier entendió que el desgaste político se acelera cuando el discurso se divorcia de la realidad. Su primer año mostró un estilo menos estridente y más orientado a resultados, con comunicación institucional que privilegió datos y avances verificables por encima de la propaganda.
Balance El primer año no agota la agenda ni resuelve problemas estructurales de décadas. Pero sí sienta bases. Alejandro Armenta Mier cerró su primer tramo con gobernabilidad, orden financiero y una hoja de ruta clara. En tiempos donde abundan los gobiernos de ocurrencia, ese solo hecho ya es un logro. El reto, por supuesto, será sostener el ritmo y profundizar los resultados.
Puebla necesita a un líder como Alejandro Armenta.