
Implacable por Paty Herrera
Con el arribo de la zacatecana Rocío Nahle al gobierno de Veracruz, el discurso barato de la “transformación” se impuso una vez más sobre la honestidad y la productividad. y el partidismo volvió a desplazar a la capacidad técnica, la rendición de cuentas y el sentido común.
Y no es como que toda la culpa sea de ella, su predecesor, Cuitláhuac García destacó por su torpeza, su ignorancia y su corrupción. Su administración dejo al estado de Veracruz en las garras del crimen organizado y con un severo rezago económico.
El paso de Nahle por la Secretaría de Energía dejó un saldo ampliamente documentado: sobrecostos, opacidad y una política energética que debilitó a México. Dos Bocas la obra faraónica del Mesías Tropical, la cual defendió hasta el último día, y que pasó de costar 8 mil millones de dólares a cifras que rondan el triple, es hoy en día un proyecto inoperante y sin garantías de ser rentable y devolver al erario el costo de su inversión. Aun así, la zacatecana insistió reiteradamente en que “no hubo sobrecostos”, una afirmación que se cae fácilmente con datos oficiales y auditorías públicas.
Nahle optó por blindarse con esbirros leales antes que nominar a su gabinete a individuos con perfiles profesionales y competentes, privilegiando la obediencia a la 4T sobre la experiencia administrativa. Su intensión siempre fue clara, primero Morena, después Veracruz. En materia de seguridad, su narrativa ha sido evasiva. Mientras los veracruzanos siguen padeciendo extorsión, violencia regional y control territorial del Narco en amplias zonas del estado, el gobierno insiste en minimizar el problema o en culpar al pasado, aun cuando Morena gobierna Veracruz desde hace años. Nahle ha repetido la fórmula de Sheinbaum: negar la crisis mientras las cifras y la realidad cotidiana la contradicen.
Rocío es alérgica a la crítica, ya que descalifica sistemáticamente a organismos autónomos, peritos y periodistas críticos, tildándolos de “conservadores” y “enemigos del pueblo”. Sus pésimas declaraciones llenas de soberbia y desprecio cuando se le cuestionó la inacción del gobierno ante el secuestro y posterior muerte de la maestra Irma Hernández Cruz, dejaron muy en claro que clase de mujer gobierna en Veracruz.
Las inundaciones en Poza Rica fueron la radiografía perfecta de un gobierno incapaz, que comunica mal y evade responsabilidades. Bajo la administración de Rocío Nahle, Veracruz confirmó lo que muchos temían: que la ideología pesa más que la capacidad, incluso cuando el agua llega a las casas y el pueblo bueno lo pierde todo.
Mientras zonas enteras permanecían anegadas, los veracruzanos se organizaban entre ellos para realizar rescates y comerciantes veían desaparecer su patrimonio, la gobernadora optó por el libreto habitual de Morena: atribuirlo todo a “lluvias atípicas” y al cambio climático, como si la naturaleza gobernara sola y el Estado no tuviera obligaciones preventivas.
El pasado 2 de diciembre la zacatecana rindió su primer informe de gobierno, por supuesto lleno de omisiones, mentiras y falsedades. Aseguró que había logrado abastecer de medicamentos las clínicas, cumpliendo así su promesa de campaña. Sin embargo, las madres de niños con cáncer la desmintieron, evidenciando que ni siquiera hay alcohol en los hospitales de Veracruz.